Panamá – 28/10/10 – Honorables Parlamentarias y Parlamentarios, Distinguidas autoridades,
Me complace estar con ustedes hoy para darles una cordial bienvenida y reconocer el compromiso que demuestran al participar en los trabajos de las Comisiones de Asuntos Laborales, Previsión Social y Asunto Jurídicos; la de Equidad de Género, Niñez y Juventud; y la de Asuntos Políticos, Municipales y de la Integración.
Valoro y agradezco enormemente la contribución que cada uno de ustedes brinda a nuestra organización así como vuestra presencia hoy en el Congreso Nacional de Chile.
Me parece que las políticas laborales a las que deben aspirar los gobiernos latinoamericanos, dicen relación no sólo con alcanzar el pleno empleo y salarios justos – aspiraciones que hasta ahora han sido las tradicionales – sino también con proporcionar y asegurar condiciones de trabajo dignas y seguras, así como una mejor cobertura tanto a nivel cualitativo como cuantitativo en el ámbito de la seguridad social. Para ello, me parece indispensable definir criterios comunes que nos permitan armonizar nuestras legislaciones nacionales. Qué mejor ejemplo de este imperativo que el evitable accidente sufrido por mineros chilenos en la mina San José, como consecuencia de una deficiente – y en ocasiones inexistente – reglamentación y fiscalización que no se condice con los requerimientos que dicha actividad productiva exige.
En este sentido, me parece que las organizaciones sindicales juegan un rol esencial. Tenemos que ser capaces de crear mecanismos expeditos que faciliten las denuncias respecto de aquellos empleadores que dan una marginal importancia al cuidado que merece la salud y la vida de sus trabajadores, poniendo el énfasis en el rédito económico que obtienen a cambio.
En otro orden de cosas, abordaremos también, el tema de la equidad de género, la niñez y la juventud. Respecto de la primera, es fácil constatar que se ha avanzado bastante. Hoy tenemos no pocos ejemplos de mujeres que han demostrado lo importante que resulta asegurar su plena participación en la sociedad, la igualdad de oportunidades y ejercicio de sus derechos. Ejemplos como Cristina Fernández de Kirchner – aprovecho la ocasión para manifestar mis sentimientos de tristeza por el sensible fallecimiento de su marido y ex Presidente de la República Argentina – Hillary Clinton, Michelle Bachelet, Angela Merkel, por nombrar sólo algunas, son prueba fehaciente de que creando y facilitando su contribución en todos los ámbitos, su especial sapiencia contribuye al desarrollo de los países y de la cual los hombres tenemos mucho que aprender.
Sin querer minimizar la participación de la mujer en el ámbito laboral, me parece imperativo y de la máxima importancia, asegurar una debida protección al especial don que Dios les diera: la maternidad. Sabemos que un estado no es tal si carece de uno de sus elementos. Sabemos que uno de ellos – además del territorio y la organización – es justamente su población. Por ello resulta indispensable asegurar una legislación que proteja y favorezca políticas que aseguren una debida protección a la maternidad, particularmente en tiempos en que la tasa de envejecimiento de la población aumenta, en tanto que la de natalidad decrece.
Lo anterior, está estrechamente relacionado con el necesario establecimiento de planes, programas y proyectos que protejan adecuadamente la infancia, favoreciendo un igualitario y fácil acceso a la educación, pues estoy convencido que de ella depende, en más de un 50%, el desarrollo de un país. Sin una adecuada formación, nuestros niños no llegarán a ser una juventud capacitada y competente capaz de resolver los desafíos que el futuro les depare.
En un mundo globalizado, los países latinoamericanos deben trabajar mancomunadamente en pos de la integración, pues lo que le ocurre a un país de nuestra región, necesariamente tendrá consecuencias en el resto. Cuando digo integración, no me refiero solamente al ámbito meramente comercial, sino también a los ámbitos social y político. Estoy convencido que el desarrollo de nuestros respectivos países es inviable sin el desarrollo de todos aquellos que conforman la región. Fomentando el intercambio de experiencias, nuestros países podrán superar asertivamente dificultades que países vecinos hayan ya resuelto. En consecuencia, la cooperación, el intercambio y el diálogo multilaterales – en el que el Parlamento Latinoamericano juega un rol protagónico – así como el diálogo entre el estado y la sociedad civil, los gobiernos locales, los municipios, las asambleas estaduales y departamentales, se revelan como eficaces y eficientes mecanismos de integración regional.
Quisiera reiterar mi agradecimiento a todos y cada uno de ustedes por la colaboración y el trabajo conjunto que desarrollan en cada comisión del Parlatino, pues en ellas damos forma concreta a los objetivos que nos trazáramos en 1964.
Les deseo éxito en la tarea que hoy emprenden.
Muchísimas gracias.