Panamá – 06/12/10 – Me presento a ustedes plenamente consciente de que voy a liderar la mayor organización de integración parlamentaria que existe en América y siguiendo los pasos de grandes figuras de la política latinoamericana, que han dejado profunda huella en los caminos de la integración. Con ellos he compartido y de ellos he aprendido sobre la historia y las vivencias generadoras de este organismo cercano a los cincuenta años de existencia, sin siquiera imaginar que sería su sucesor en el máximo cargo institucional.
Llego a este crucial momento de mi vida, con la tranquilidad de quien conoce el Parlamento Latinoamericano desde sus más sencillos niveles hasta las complejas articulaciones, que se generan en una Asamblea General, en la Mesa Directiva, en la Junta Directiva, en el Consejo Consultivo, en las comisiones y en numerosas asambleas, donde se han acrecentado mi respeto por nuestras diferencias y el más firme compromiso con la búsqueda de convergencias por y para la integración latinoamericana. He sido un servidor de esta gran causa integracionista y me apresto a seguirlo haciendo, ahora especialmente honrado con tan relevante responsabilidad.
El acto de hoy tiene connotaciones profundas que marcan nuestro pasado de manera especial, y que proyectan sus implicaciones en el presente y hacia el futuro, pues asistimos, en ese instante, en este escenario, a revivir la emoción del Congreso Anfictiónico convocado por el Libertador Simón Bolívar en junio de 1826 en Panamá.
De hecho, en la actualidad tenemos ante nosotros importantes retos que debemos afrontar de modo colectivo.
Nuestros países se debaten por insertarse con éxito en un mundo cada vez más competitivo y más diferenciado por la brecha tecnológica que separa al norte y al sur, la cual solo es posible acortar con la educación y la inversión social.
En estos momentos en que nuestras sociedades contemplan con asombro los acelerados cambios en el orden social, político y económico y la globalización avanza en todos los ámbitos, demanda de nuestros países ingentes esfuerzos para privilegiar el intercambio y la cooperación.
Por otro lado, no estamos exentos del fenómeno de la pobreza que lacera nuestra conciencia colectiva al ostentar el nada honroso indicador de ser la región más desigual del planeta en la distribución de la riqueza y al estar pendiente el cumplimiento de esa meta del milenio. De la mano le sigue la inseguridad ciudadana que azota a nuestros pueblos por la penetración del crimen organizado que cruza nuestras fronteras sembrando tragedia y desconsuelo.
¡Qué decir del cambio climático! causado por la acción humana que amenaza nuestra supervivencia por los fenómenos que desata y sus consecuencias nefastas en los asentamientos humanos y en la producción de alimentos, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de millones de latinoamericanos.
No puedo dejar de mencionar que solo una institucionalidad fuerte nos puede proyectar con paso firme en un mañana de bienestar para todos. Por ello debemos empeñar todo nuestro esfuerzo en fortalecer el parlamento como pilar de la democracia, de modo que continúe siendo la caja de resonancia del querer y sentir del pueblo y desempeñe la sagrada misión de ser el fiel de la balanza entre los poderes del Estado. Solo así lograremos el equilibrio y la armonía, tan necesarios para alcanzar el desarrollo humano integral de nuestros pueblos.
Al margen de los discursos, los políticos debemos pasar a la acción de empoderamiento de los ciudadanos a través del gobierno electrónico para vincularlos más de cerca al quehacer público, fomentar su participación y propiciar la rendición de cuentas, elementos todos indispensables para el combate a la corrupción y la optimización de los recursos estatales.
A modo de hoja de ruta, estimo que debemos mirar con atención los desarrollos y experiencias que se dan en otras regiones en materia de integración y cooperación parlamentaria. En ese sentido, es conocida nuestra tradicional, sólida y fructífera relación con el Parlamento Europeo. Sin embargo, no debemos ignorar otras experiencias que han surgido en los países en desarrollo. Me refiero, en primer lugar, al Parlamento Africano, el cual se creó en el 2004 y está en pleno proceso de institucionalización como órgano legislativo de la Unión Africana, de la que forman parte 53 países africanos. Estimo conveniente establecer un vínculo fluido con el Parlamento Africano con miras al intercambio de información y experiencias que nos enriquezcan recíprocamente.
La Asamblea de Parlamentarios Asiáticos, nuevo ejercicio de convergencia y cooperación parlamentaria regional, celebra esta semana su quinta reunión en Damasco, Siria, y considero deseable un acercamiento a ella para conocer mejor sus proyecciones y acciones futuras. Ello es así particularmente porque en esa región vive la mitad de la población del planeta y es el polo económico de mayor dinamismo en el mundo.
En nuestro periodo continuaremos el fortalecimiento de los parlamentos regionales del área Latinoamericana que juegan un papel preponderante en la consolidación de las subregiones que integran nuestra América.
De hecho, el 23 de febrero de este año tuvo lugar en Quintana Roo, México, la Cumbre de la Unidad Latinoamericana y Caribeña con la participación de 33 países de la región, a fin de crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, cuya constitución se puso en marcha en esa fecha. Se trata de la conformación de un espacio regional propio que consolide y proyecte en todos los ámbitos la identidad latinoamericana y caribeña, para impulsar en forma decidida la integración regional largamente anhelada por nuestros pueblos. En consecuencia, esperamos que las decisiones de esa comunidad de Estados sean vinculantes y se traduzcan en legislaciones en nuestros países.
La amplia coincidencia de los objetivos y la visión que inspiran esta iniciativa de nuestros mandatarios con los principios y propósitos que sustentan el Parlamento Latinoamericano, hacen obligante que acojamos con calor ese proyecto y le brindemos un apoyo entusiasta en su actual etapa de conformación. Corresponderá a cada uno de nuestros parlamentos nacionales tomar las medidas legislativas necesarias para darle vida a esta Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Estoy seguro que lo harán con la presteza y diligencia que este proyecto amerita.
Por todo lo anterior, profundizaré el trabajo de las comisiones del Parlamento Latinoamericano sobre temas puntuales que serán discutidos y analizados con expertos para luego ser considerados en ponencia ante los plenarios. Las resoluciones adoptadas por estos plenarios serán remitidas a los parlamentos nacionales a fin de que sean consideradas por las comisiones correspondientes con la esperanza de que sirvan como documento de referencia en los temas legislativos que nos corresponde desarrollar.
Anticipo que el trabajo en equipo, la colaboración, la solidaridad y la responsabilidad continuarán siendo los valores que prevalecerán en este nuevo periodo para realizar una labor fructífera y armónica, dejando un legado que inspire a quienes han de seguir nuestros pasos por la senda que marcó Bolívar.
Es imperativo agradecerle al Todopoderoso por haberme permitido llegar hasta aquí, a mis electores por confiar su representación en este su servidor, a la Honorable Junta Directiva de la Asamblea Nacional de Panamá por respaldar mi candidatura, a las delegaciones de parlamentarios de los países integrantes del PARLATINO por su voto de confianza y muy especialmente a mi querida esposa y a mi familia por el apoyo que siempre me han brindado.
Para terminar, reitero como siempre he sostenido:
SIN PARLAMENTO NO HAY DEMOCRACIA.
Muchas gracias.